28/9/08

DESTINO CHAPADMALAL

Se acerca la fecha del proxim seminario y tenemos muchas cosas para contarte, acercate el primer domingo de cada mes a las reuniones d epreparación que realizamos en el salón de la Catedral de Moreno a partir de las 16 hs.





Nuestro destino final en Mar del Plara será el hotel 4 (foto) del complejo turistico de Chapadmalal.


Si estas interesado en participar, acercate lo mas pronto posible porque los cuposeste año son limitados por la capacidad del hotel.





El cierre de inscripcion es en diciembre y es conveniente que reserves tu vacante y tu asiento para el viaje. Como todos los años saldran micros desde la puerta de la Catedral de Moreno. Nuestra delegacion Diocesana es numerosa y seria bueno que antes de viajar nos vayas conociendo, te esperamos, animate!!!

3/5/08

¡SE NOS VIENE MAR DEL PLATA!



Mar del Plata será la sede del 24º Seminario de Formación Teológica.








Luego de una entrevista con Monseñor Puiggari, Obispo de Mar del Plata y una visita a las comunidades del sur y otras comunidades de base ya se encendieron los motores para comenzar a andar el proximo SFT.

Lo que todavia no se sabe es si será en plena Ciudad marplatense o si se conseguira el complejo de Chapadmalal a 25 kilometros de la Ciudad.

A trabajar entonces hermanos y hermanas para construir juntos un nuevo SFT. Les mando un abrazo y espero verlos en la proxima reunion que será el domingo 01 de Junio a las 16 horas en el Salon Catedral, espero que traigan fotos de Santiago para compartir, mate y mucha polenta como siempre.

Gerardo

DISTINTOS MOMENTOS EN SANTIAGO









PRESENTACION TEMATICA



EZEQUIEL SILVA LUNES POR LA MAÑANA

12/2/08

Presentacion del Seminario

Por:
Gerardo Duré

Desde los pueblos crucificados, vamos por mas humanidad no es solamente un lema a trabajar en este seminario; también es un posicionamiento frente a lo que nos sucede como pueblo, como sujetos colectivos. Creemos que es importante explicitar el acento profético que el Seminario tiene, ya no es suficiente con la reflexión y un método que nos guie, se hace cada vez mas necesario que explicitemos quienes son esos sujetos hacedores de teología con capacidad profética. Este Seminario en Santiago del estero no es solo el 23 Seminario es también o mejor dicho, puede ser una bisagra donde, desde los espacios, puedan surgir nuevas maneras de expresión profética que vitalicen las distintas practicas y compromisos asumidos cada uno en su territorio, comunidad, etc.
Fortalezas, articulaciones, puertas y ventanas que se abren o se cierran según las distintas experiencias serán la clave para visualizar algún punto conexo que ilumine algún camino a transitar. Sabemos de la Diversidad de los participantes del seminario y de la diversidad de experiencias, tal vez es hora de que vayamos sumando, fundiendo, etc. para ir modelando nuevas practicas que nos pongan de cara a vislumbrar un futuro mas humano, mas digno, con mas vida abundante.
Quizás el seminario sea un pequeño ejemplo de ello, en algún momento tuvimos los ámbitos y a través de ellos acumulamos experiencias a través de los intercambios, esa “multiversidad” a través del tiempo quedó como estancada y se transformaron en pequeñas islas que ya no resultaban tan transformadoras.
En el 2005 asumimos el desafío de transformar los ámbitos en Espacios de Vida, ello nos trajo mas trabajo pero aire fresco para la practica, la reflexión e incluso para el debate. Nos animamos a cambiar para transformar lo que estaba algo estancado y que no nos permitía ver mas allá.
Los espacios hicieron que la diversidad se fundiera para compartir una misma experiencia y para reflexionar desde esta nueva ventana que nos ponía como eje transversal el desde donde, el porque y el que queremos como pueblo de Dios.
Así fuimos y vamos, de apoco, encontrándole la vuelta a los espacios, con el valor agregado de haber trabajado juntos el método teológico en Viedma y este año, en Santiago, nos iremos animando a explicitar quienes pueden ser esos sujetos hacedores de Teología y de proyectos políticos transformadores. Por ello, desde el espacio de Corporeidad será necesario ver las nuevas formas de ser varón y mujer en esta sociedad que vivimos. Desde el espacio de Construcción Política trataremos de encontrar las herramientas que nos ayuden a dejar de ser objetos de la política para pasar a ser sujetos hacedores de proyectos políticos; también será necesario revisar algunas cuestiones teológicas y eso lo experimentaremos en el espacio que nos plantea ver que hay detrás de cada teología. Los jóvenes tienen otro desafío en el espacio de Culturas juveniles y será quizás el momento oportuno de que se pregunten cuales son los roles que juegan los jóvenes hoy y de que manera encontrar herramientas que los involucre como sujetos hacedores de pueblos, con una actitud misericordiosa y profética a la vez.
Santiago del Estero nos plantea todo esto y mucho mas y podemos sintetizarlo de esta manera: “El seminario tiene que ser el grito profético que nos estimule a ir por mas humanidad en cada rincón de nuestro pueblo.
“Renová” tu mirada vengas de la practica que vengas, esperamos que disfrutes de este Seminario ya sea que estés participando desde hace tiempo o que hayas venido por primera vez.

14/1/08

"Desde los pueblos crucificados vamos por mas humanidad

por Ezequiel Silva


Quisiera realizar un humilde aporte para seguir enriqueciendo el sentido del lema/tema del próximo SFT. Hace mucho tiempo que vengo leyendo, estudiando, investigando, saboreando la teología de Jon Sobrino. De hecho, estoy preparando una investigación sobre el teólogo salvadoreño con motivo de mi tesis de licenciatura en teología sistemática, que espero poder presentar quam primum[1].
Sabemos que en gran medida el tema que está contenido en nuestro lema ha sido sobrepujado por la coyuntura eclesial actual, signada por la voluntad de silenciamiento de la voz creativa y comprometida de nuestros mejores teólogos. Jon Sobrino es uno de ellos. Esto ha motivado mi reflexión teológica[2].
Este año se hacen evidentes en el lema aquellos que el sistema se ocupa de invisibilizar: los “pueblos crucificados”. Jon Sobrino puede ayudarnos mucho a profundizar en esta categoría teológica. Con ella nos encontramos frente a uno de los frutos más maduros de la teología de la liberación en su corriente salvadoreña. Se trata de un valiosísimo aporte desde El Salvador al caminar de toda la Iglesia latinoamericana y caribeña. Sin embargo, considero que el aporte de Jon puede ser valioso no sólo para el análisis de los “pueblos crucificados”, sino también para iluminarnos en la explicitación de todo el lema.
Respecto al lema, creo que hay como dos grandes “puertas” por donde entrar en él: el tema de los pueblos crucificados y la cuestión de la humanidad. Intentaré desgranarlo un poco, acentuando estos dos tópicos fundamentales que proponemos para el próximo SFT.

1. Desde...

Primero quisiera detenerme en el lugar (el ubi, en latín). El “desde” que está en nuestro lema es más que una preposición. En sintonía con la teología de la liberación, el “desde” viene, más bien, a comunicar algo sustantivo, algo que es determinante para nuestro quehacer teológico como sujeto colectivo. En este sentido, afirmamos que el “desde” antes que ser un lugar geográfico es un lugar teológico (locus theologicus). Desde el lema seguimos afirmando que los contenidos propios de la revelación son mejor comprendidos desde un lugar. Y también que ese lugar, nos da luz nueva para releer los contenidos de la revelación. Ese lugar son los pobres.
La historia de Dios con su pueblo y su progresiva revelación nos manifiesta con claridad que la vida de los pobres es donde Él escoge revelarse y actuar. Dios opta por los pobres y el SFT quiere ser fiel a la opción de Dios.
Jon Sobrino afirma que “el lugar teológico es ante todo algo real, una determinada realidad histórica en la cual se cree que Dios y Cristo se siguen haciendo presentes”[3]. Por ello más que lugar teológico, la realidad de los pobres es lugar teologal: allí está Dios haciéndose presente donde dijo que iba a estar (cf. Mt 25, 31ss)[4].
El “desde” nos evoca esta memoria del Dios de los pobres y su parcialidad hacia el sufrimiento de las mayorías excluidas de nuestra historia. El “desde” por sí sólo es mera formalidad. Su contenido concreto es el de la opción por los pobres: una opción a favor de la liberación de los pobres y contra la inhumana pobreza. Dándole un giro al famoso “lugar vital” o Sitz-im-Leben caracterizado por la hermenéutica alemana, Sobrino dice que en América Latina debe hablarse de un Sitz-im-Leben-und-im-Tode[5], algo así como un lugar vital atravesado por la muerte prematura, la muerte injusta, la muerte de los millones de crucificados de este mundo.
El lugar es decisivo para el teologizar. Claramente no es lo mismo hacer teología en un contexto de abundancia que en el entorno vital –y ciertamente “mortal”- que plantea la topografía de nuestro Tercer Mundo. En referencia a esto, Sobrino establece la distinción, por ejemplo, entre la teología de la liberación y la teología europea progresista:

Cada una de estas teologías se hace en y para mundos distintos, considerados geográfica, histórica y teológicamente. La teología de la liberación surge de, responde a y quiere servir desde la fe a las necesidades de un mundo mayoritariamente pobre y oprimido, a la liberación del tercer mundo respecto a la muerte presente activamente. La teología europea está elaborada en y para el primer mundo, caracterizado por una abundancia corresponsable de la miseria del tercer mundo, por la amenaza de la deshumanización, de desinterés por lo religioso y por la pérdida del sentido de la propia vida.[6]

La determinación del lugar (ubi) de la teología va de la mano con la determinación de los signos de los tiempos. El Concilio Vaticano II es una referencia importante para la teología de los signos de los tiempos[7]. En su Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno (Gaudium et Spes: GS) ha dos referencias fundamentales. Las encontramos en GS nº 4 y GS nº 11. No viene al caso extendernos con un análisis de estos textos. Baste mencionar que GS 4 presenta a los signos de los tiempos como aquellos acontecimientos que caracterizan una época. Muchas veces hemos leído o escuchado que la Iglesia debe discernir los signos de los tiempos. Esto tiene una clara finalidad pastoral. Urge a la Iglesia determinar cuáles son los acontecimientos que marcan la identidad de nuestro momento histórico para que su misión sea verdaderamente relevante en el mundo actual.
GS 4 presenta, por tanto, una definición histórico-pastoral de signos de los tiempos. GS 11, en cambio, presenta otra definición que los caracteriza como “acontecimientos, exigencias, deseos... signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios”. Si bien ambas definiciones tienen en común que se nombran realidades históricas, GS 11 nos presenta la novedad que en aquellas realidades históricas a las que se refiere late la presencia de Dios. Se trata de una definición histórico-teologal de signos de los tiempos. Estamos frente a una teología de la historia que la caracteriza centralmente en su dimensión sacramental. La historia, la realidad, tiene la capacidad de manifestar –u ocultar, reprimir, negar- a Dios.
Tanto en su dimensión histórico-pastoral –como signo de identidad de una época histórica- como en su dimensión histórico-teologal –en tanto manifestación de Dios en la historia- “el” signo de los tiempos por antonomasia son hoy en día los pueblos crucificados. Ignacio Ellacuría lo definió con precisión:

Entre tantos signos como siempre se dan, unos llamativos y otros apenas perceptibles, hay en cada tiempo uno que es el principal, a cuya luz deben discernirse e interpretarse todos los demás. Ese signo es siempre el pueblo históricamente crucificado, que junta a su permanencia la siempre distinta forma histórica de su crucifixión. Ese pueblo crucificado es la continuación histórica del siervo de Yahvé, al que el pecado del mundo sigue quitándole toda figura humana, al que los poderes de este mundo siguen despojando de todo, le siguen arrebatando la vida, sobre todo la vida.[8]

La vida es lo que se le arrebata a los pueblos crucificados. La muerte, en forma rápida o lenta, es la que se les impone. Por eso en tantos seminarios anteriores hemos puesto la vida en el centro de nuestra construcción teológica: “Espiritualidad y Vida en la Opción por los Pobres”(La Reja - Morón '94); “Opción por los Pobres, Opción por la Vida” (Florencio Varela - Quilmes '95); “Dar la Vida en la Opción por los Pobres” (La Rioja '96); “No al sacrificio de los pobres... para que sigamos naciendo” (La Rioja '01); “¡Basta! Dignidad y Vida en la Opción por los Pobres” (Rosario '02); “Desde los Pobres los Pueblos se encuentran para vivir” (Iguazú '05); “Desde los Pobres, Valoramos la Materialidad de la Vida para ser Libres” (La Rioja '06); “Desde los Pobres, Ciudadanía Plena y Vida en Abundancia” (Viedma '07).
Tomar el “desde” como algo sustantivo para el quehacer teológico debe ser opción y compromiso del SFT.


2. Los pueblos crucificados

Hay una novedad en el lema de este año. El desde no es sólo “desde los pobres”, como históricamente lo ha sido. Este año es desde los “pueblos crucificados”. Me importa subrayar esto que no es un dato menor. Creo que al reemplazar a los pobres por los pueblos crucificados, no estamos quitándole mordiente sociológica al tema, sino más bien ganando en profundidad teologal en nuestro ver la realidad. Pobres es básicamente un concepto que primariamente hace referencia a una realidad politica, social y económica, con todas las consecuencias culturales, psicológicas y simbólica, claro está. También es un concepto bíblico, con una raíz fuerte en la revelación de Dios en las Sagradas Escrituras.
Sin embargo que el “desde” sea este año un “desde los pueblos crucificados” es distinto. Al decir pueblos crucificados ya estamos haciendo teología[9]. Estamos elevando a categoría teológica la realidad[10]. Y no sólo estamos haciendo teología sino que –y esto es lo más importante- estamos mirando la realidad teologalmente. Estamos, “con los pies descalzos”, entrando en la intimidad de Dios, en su corazón y su mirada hacia la historia de los hombres.
Hablar de “pueblos crucificados” es ciertamente categoría teológica. Es, como diría Sobrino, elevar la realidad a concepto teológico. La economía se referiría a esta realidad lisa y llanamente como “pobres”, por hallarse debajo de los índices macroeconómicos que determinan las condiciones materiales para su existencia. La sociología probablemente los definiría como excluidos, o sectores sociales altamente vulnerables o en riesgo. La psicología social quizás se refiera a ellos como víctimas. En fin, podríamos seguir enumerando los diversos modos de nombrar la realidad de la mayoría de los seres humanos que habitan nuestro planeta que viven de modo inhumano, como desechos prescindibles. Nosotros desde el SFT optamos este año por nombrarlos fundamentalmente como “pueblos crucificados”.
La crueldad y la muerte que ha desatado el capitalismo en esta etapa de su historia –neoliberalismo- no tiene precedentes en la historia de nuestra civilización. Afirma Pedro Casaldáliga:

Hay más riqueza en la tierra, pero hay más injusticias. África ha sido llamada “el calabozo del mundo”, una Shoá continental. 2.500 millones de personas sobreviven en la tierra con menos de 2 euros al día y 25.00 personas mueren diariamente de hambre, según la FAO. La desertificación amenaza la vida de 1.200 millones de personas en un centenar de países.[11]

Pueden agregarse muchos más datos a esta somera descripción de la situación de nuestro mundo. Así lo hace la ONU en su Estudio Económico y Social Mundial 2007[12], o el mismo PNUD[13] en nuestro país, entre otros. Sin embargo, debemos recordar siempre que los números pueden ser manipulados[14], que los índices pueden también encubrir, en fin, que “las estadísticas no sangran, las personas sí” [15].
Esta situación que sume a los pueblos en un calvario histórico es fruto de la civilización del capital, que Ellacuría llamó también civilización de la riqueza. Ésta hace de “la acumulación del capital el motor de la historia y de su posesión y disfrute el principio de humanización”[16]. De este modo, “la ferocidad depredatoria se convierte en el dinamismo fundamental y la solidaridad generosa se queda reducida a sanar incidental y superficialmente las heridas de los pobres que causó la depredación”[17].
Jon Sobrino ha comprendido esta realidad masiva, cruel, injusta y estructural como “pueblos crucificados”. Se trata de la inmensa cantidad de pobres, víctimas e injusticiados de hoy que cargan con el pecado del mundo. Como dice el teólogo jesuita, un mundo que es cruel por el “sufrimiento que produce en los oprimidos”[18].
La teologización de esta realidad como “pueblos crucificados” le vino del mismo Ellacuría[19]. Sobrino incorporó esta categoría teológica a partir de él y la siguió desarrollando[20]. En su última obra[21] observamos una gran síntesis del autor, a la vez que una hondura notoria en el enfoque de la salvación desde los pobres.
El pueblo crucificado tiene una dimensión negativa. Se trata de las inmensas mayorías sumidas en la pobreza y miseria inhumana cuyas vidas están permanentemente amenazadas por la muerte. No por una muerte natural, sino más bien histórica, que toma la forma de crucifixión, asesinato, activa privación histórica de la vida, lenta o rápidamente. A esa muerte, producto de la injusticia, acompaña la crueldad, el desprecio y, por otra parte, el encubrimiento.

A esto suelo añadir que al pueblo crucificado, además, se le niega palabra y hasta nombre, y con ello se le niega existencia. El pueblo crucificado no “es”, y el mundo de abundancia impide o dificulta que “llegue a ser”. Así puede desentenderse –sin mala conciencia- de lo que ocurre a esas mayorías.[22]

Pero el pueblo crucificado también tiene una dimensión de positividad. Del mismo modo que el Siervo de Yahvé en Isaías (Is 52,13-53,12) que sufre a causa del pecado de otros siendo él mismo inocente, trae salvación. De ahí su dimensión de positividad. Pero ¿cómo trae salvación? Por dos cosas fundamentalmente.
Primero, el pueblo crucificado ofrece “luz” (cf. Is 42, 6; 49,6). En nuestros días, afirma Ellacuría, el Tercer Mundo ofrece luz al Primer Mundo para que éste se vea en su verdad, lo cual es elemento importante de salvación. Ellacuría expresó esto con dos metáforas. El pueblo crucificado es como un espejo invertido en el cual, al verse desfigurado, el Primer Mundo se ve en su verdad, que intenta ocultar o disimular. Lo mismo aparece en el coproanálisis, el examen de heces del Primer Mundo. La existencia de pueblos crucificados muestra la verdad de su estado de salud.
El segundo elemento salvífico que ofrece el pueblo crucificado en la “esperanza”. Ciertamente que la esperanza de los pobres pasa por crisis y épocas de desencanto, porque los signos de muerte parecen multiplicarse en exceso. Sin embargo hay una fe que crece la oscuridad y una esperanza que triunfa sobre el desencanto, como lo muestra su lucha histórica y su determinación por vivir. Sobrino denomina a esta actitud vital como “santidad primordial”[23]. Santa es la vida y santo es defenderla: “El anhelo de vivir y sobrevivir en medio de grandes sufrimientos, la decisión y los trabajos para lograrlo, con creatividad sin límites, con fortaleza, con constancia, desafiando innumerables dificultades y obstáculos, es lo que llamamos santidad primordial”[24].
Sabemos que a muchos hermanos y hermanas la esperanza se les hace difícil, porque su vida les resulta extremadamente ardua. Uno descubre que en algunas situaciones de miseria profunda y hambre lascerante, levantarse a la mañana y calentar el agua para el mate es ciertamente una manifestación evidente de esperanza teologal. Es decir, de una esperanza que no puede sostenerse a base de las perspectivas y cálculos humanos, sino que es misteriosamente infundida por Dios, el Dios de los pobres.
Verdad y esperanza son, entre otros, los dones que debemos acoger con honradez de los pueblos crucificados.




3. Más humanidad...

La pregunta por lo humano es una pregunta fundamental, que moviliza las fibras más íntimas de nuestro sentir y pensar. ¿Qué “más humanidad” estamos buscando?
El neoliberalismo define al ser humano, por ejemplo, desde su capacidad de consumo. Por eso los pobres son desechados y los pueblos crucificados. Simplemente porque no poseen esa capacidad, aunque se los explote para la producción de esos bienes. En las inmensas mayorías hoy crucificadas se verifica la soteriología[25] neoliberal: “fuera del mercado no hay salvación”. Decía I. Ellacuría:

El estado del subdesarrollo es en sí mismo y en relación con estados de desarrollo una flagrante violación de la solidaridad humana, esto es, de la naturaleza misma del fundamento de los derechos humanos, y lleva consigo la permanente violación de esos derechos.[26]

La ruptura fundamental de la solidaridad humana que se verifica en la coexistencia de impúdica riqueza y pueblos crucificados es lisa y llanamente negación de humanidad. Desde el SFT buscamos otra humanidad. Estamos en contra del mercado neoliberal que se sostiene en base a relaciones “humanas” que deshumanizan. Cosificación, prescindencia, manipulación y sometimiento del otro son parte de esta lógica deshumanizante del mercado.
Ha llegado definitivamente la hora y la urgencia de ir por “más” humanidad. El supuesto “más” tan atractivo y seductor que nos ofrece el neoliberalismo homicida es un espejismo que encubre un “menos” cada vez más pronunciado: el “más” de unos pocos es consecuencia del “menos” de muchos.
Debemos ir por más humanidad, pero distinta a la se nos quiere imponer. Queremos construir “otra humanidad posible”. ¿Cómo es esa “humanidad” por la que queremos ir? Jesús y el evangelio pueden orientarnos en ello.
Lo primero que debemos decir es que hay una correlación entre pueblos crucificados y humanidad. La humanidad que buscamos es aquella que propicia una praxis resucitadora. A los pueblos crucificados hay que bajarlos de la cruz, hay que acompañarlos y favorecer su resurrección. En esto conviene recordar que la resurrección es ante todo una acción de Dios motivada por la justicia. El resucitado es el crucificado. Aquél a quien Dios resucita es el mismo que ha sido crucificado injustamente por los verdugos. Y esa injusticia no se debe a que ha sido una crucifixión al azar, sino que fue motivada a causa de la praxis liberadora del crucificado que molestaba, cuestionaba, desenmascaraba y denunciaba a los verdugos.
Al resucitar a Jesús, Dios al mismo tiempo hace justicia a una víctima y dice ¡basta a los sacrificios de vidas inocentes! La resurrección es sólo secundariamente una expresión del poder del Dios de la Vida. Es principalmente una acción de Dios que hace justicia. Con respecto a la praxis resucitadora, Sobrino nos recuerda que:

Es ésta una praxis a favor de las víctimas, de los crucificados de la historia, praxis que intenta hacer en pequeño (...) lo que hace el mismo Dios: bajar de la cruz a la víctima Jesús. Como esta praxis es a favor de los crucificados lo es también, automáticamente, en contra de sus verdugos, y es por ello una praxis conflictiva, consciente de los riesgos y abierta a ellos, a favor de las víctimas y con disponibilidad a convertirse uno mismo en víctima. Por último, por ser una praxis al servicio de la resurrección de los muertos, es decir, resurrección de muchos, debe ser también una praxis social, política, que desea transformar las estructuras, resucitarlas.[27]

Un modo concreto de tejer humanidad es, por tanto, la praxis resucitadora. No olvidemos que la resurrección es el acontecimiento que proclama la humanidad nueva de Jesús de Nazaret, de modo que toda praxis resucitadora, por tanto, aporta más humanidad. Lo que el lema de nuestro SFT expresa con el “más” de la humanidad tiene su correlato en el “nueva/o” de los escritos neotestamentarios. Ese plus o “más” de humanidad que esperamos es definitivamente algo “nuevo”.
Decíamos que a la luz de Jesús podemos desentrañar por dónde debe pasar la “nueva” o el “más” de humanidad que buscamos. Nuevamente: ¿qué es ser humano? ¿por dónde pasa la realización de nuestra humanidad?
En segundo lugar afirmamos que hay otra correlación entre misericordia y humanidad. Sobrino[28] afirma que cuando Jesús quiere hacer ver lo que es un ser humano cabal, aunténtico, íntegro, pleno, cuanta la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 11ss)CORREGIR CITA. Desde ella podemos decir que el ser humano cabal es aquel que vio a un herido en el camino, reaccionó y le ayudó en todo lo que pudo. De este modo:

El ser humano cabal es, pues, el que interioriza en sus entrañas el sufrimiento ajeno –en el caso de la parábola, el sufrimiento injustamente infligido- de tal modo que ese sufrimiento interiorizado se hace parte de él y se convierte en principio interno, primero y último, de su actuación. La misericordia –como re-acción- se torna la acción fundamental del hombre cabal. Esta misericordia no es, pues, una entre otras muchas realidades humanas, sino la que define en directo al ser humano. Por una parte, no basta para definirlo, pues el ser humano es también un ser del saber, del esperar y del celebrar; pero, por otra parte, es absolutamente necesaria. Ser un ser humano es, para Jesús, reacciona con misericordia; de lo contrario, ha quedado viciada de raíz la esencia de lo humano, como ocurrió con el sacerdote y el levita, que dieron un rodeo.[29]

La misericordia es fundamental para “definir” lo humano. Por ello uno de los textos inspiradores del lema que nos convocará este año es: “misericordia quiero, no sacrificios” (Mt 9, 9-13; Mt 12, 1-8; Os 6, 6). La misericordia “es una actitud fundamental ante el sufrimiento ajeno, en virtud de la cual se reacciona para erradicarlo, por la única razón de que existe tal sufrimiento”[30]. Por eso la misericordia evangélica en interpelante, cuestionante y conflictiva. Una visión reducida de la misericordia la reduce a las famosas “obras de misericordia”: asistir al enfermo, dar de comer al hambriento, etc... Sin embargo a Jesús no lo crucificaron por ser simplemente “bueno”. Lo crucificaron porque con su praxis de misericordia cuestionó las estructuras opresoras al servicio de la religión y del estado.
En la persona de Jesús la misericordia alcanza una dimensión contundentemente práxica, política y profética. Al mismo tiempo la misericordia, junto con la entrega, la fidelidad y la solidaridad son las notas características que sirven para determinar la humanidad de Jesús. ¿Cómo se revela lo humano en Jesús? Contrasta ciertamente con nuestra tradición cultural greco-romana el hecho de que la humanidad de Jesús no se revele en la racionalidad, sino en la misericordia, la entrega, la fidelidad y la solidaridad[31]. La humanidad verdadera pasa por ahí. Son características de lo humano que hay que recuperar, por las que debemos ir: “vamos por más humanidad”, dice nuestro próximo lema.
No es que existe una naturaleza humana previa que Jesucristo asume en su encarnación. ¡No! Es Cristo quien en su vida, misión, muerte y resurrección nos revela la verdadera humanidad. Jesucristo es verdaderamente hombre (vere homo) y también es el hombre verdadero (homo verus)[32]. La figura de Jesús desvela la “estatura” completa del ser humano y es para nosotros camino y meta. Estamos llamados a ir por esa humanidad, don de Dios para nosotros los hombres.
Hoy día bien podemos decir que la praxis de misericordia debe traducirse en proyectos políticos, estructuras humanizadoras, y acciones a favor de la justicia y la liberación. En definitiva en diversas praxis resucitadoras que bajen de la cruz a los pueblos crucificados. Esa tarea y compromiso humanizante debe concentrar nuestras energías y lo mejor de nuestra creatividad. ¡Ojalá el próximo SFT nos anime en ello!


[1] Expresión latina que solía usarse para expresar la urgencia del bautismo de los recién nacidos. A las criaturas, se afirmaba, hay que bautizarlas cuanto antes. Por supuesto que utilizo la expresión en tono de humorada personal, frente a la dilación de mi trabajo.
[2] Del mismo modo ha motivado la reflexión de la Coordinación Nacional del SFT en tanto colectivo hacedor de teología. Podemos observar también la reflexión que le ha generado a otro “colectivo teológico”: la de la ASETT/EATWOT (Asociación Ecuménica de Teólogos/as del Tercer Mundo). Fruto de esa reacción es la obra: AA.VV., Descer da Cruz os Pobres: Cristologia da Libertaçao, Paulinas 2007. Tuve la oportunidad de participar con el aporte de un artículo personal: E. Silva, “A centralidade do Reino de Deus na cristologia da libertaçao”, en AA.VV., Descer da Cruz os Pobres: Cristologia da Libertaçao, 269-283. De reciente publicación en español: AA.VV, Bajar de la cruz a los pobres: Cristología de la Liberación, México 2007.
[3] J. Sobrino, Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Madrid 1991, 47.
[4] Alguna vez leí o escuché esta frase que me resultó muy iluminadora: “A Dios no hay que buscarlo en cualquier lugar, sino allí donde dijo que iba a estar”.
[5] J. Sobrino, Jesucristo liberador, 48. Sobrino se ha dedicado fundamentalmente a la cristología. Para él, el lugar de la cristología no es un ubi categorial, un lugar concreto en cuanto geográfico-espacial (seminarios, facultades, etc...); sino que es ante todo un quid, una realidad sustancial en la cual la cristología se deja dar, afectar, cuestionar e iluminar. La cristología de la liberación determina que su lugar, como realidad sustancial, son los pobres de este mundo, y esa realidad es la que debe estar presente y transir cualquier lugar categorial donde se lleve a cabo. En último término, no se puede ofrecer una justificación apodíctica de esa convicción, y siempre está actuante el círculo hermenéutico: se ve la elección de ese lugar como exigida por la revelación, pero esa exigencia es captada cuando ya se está en ese lugar. Cf. también J. L. Segundo, “La opción por los pobres como clave hermenéutica para entender el evangelio”: Sal Terrae 6 (1986) 473-482.
[6] J. Sobrino, “Teología de la liberación y teología europea progresista”, en Sel Teol 100 (1986), 265.
[7] Para profundizar este tema en Sobrino puede verse: J. Sobrino, “Los “signos de los tiempos” en la teología de la liberación”, en Estudios Eclesiásticos 64 (1989), 249-269; y J. Sobrino, “Hacer teología en América Latina”, en Theologica Xaveriana 91 (1989), 139-156.

[8] I. Ellacuría, “Discernir “el signo” de los tiempos, en Diakonía 17 (1981), 58. También en I. Ellacuría, Escritos Teológicos II, 133-135.
[9] Estamos haciendo teología no sólo por recurrir a la categoría teológica propia sino también por insertarnos en una tradición teológica liberadora en continuidad y solidaridad.
[10] Para Jon Sobrino eso es hacer teología: elevar la realidad a concepto teológico. Cf. J. Sobrino, “Teología desde la realidad”, en: J. J. Tamayo – Juan Bosch (eds.), Panorama de la Teología Latinoamericana. Cuando pensamiento y vida son inseparables..., Estella (Navarra) 2001, 611-613.
[11] P. Casaldáliga, “Utopía necesaria como el pan de cada día”, enero de 2006: citado por J. Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópico-proféticos, Madrid 2007, 62.
[12] Cf. su versión en inglés en http://www.un.org/esa/policy/wess/index.html. Es de interés particular el cap. 5 sobre vejez y pobreza.
[13] Cf. http://www.undp.org.ar/index_selector_html.
[14] Como lo ha revelado en nuestro país en el 2007 la manipulación infame del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC: http://www.indec.gov.ar).
[15] Son palabras que Sobrino atribuye a un misionero comboniano con 18 años en Uganda: J. Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópico-proféticos, Madrid 2007, 64.
[16] I. Ellacuría, “Utopía y profetismo”, en RLT 17 (1989), 170ss. También publicado en I. Ellacuría – J. Sobrino (eds.), Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación I, 393-442; y en I. Ellacuría, Escritos Teológicos II, 233-293.
[17] I. Ellacuría, “Utopía y profetismo”, en I. Ellacuría – J. Sobrino (eds.), Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación I, 405.
[18] J. Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópico-proféticos, Madrid 2007, 64.
[19] Para comprender la realidad del “pueblo crucificado” en Ellacuría, cf. I. Ellacuría, “El pueblo crucificado”, en I. Ellacuría – J. Sobrino (eds.), Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación II, 189-216. Publicado originalmente en AA.VV., Cruz y resurrección, México 1978, 49-82. Luego en I. Ellacuría, Conversión de la Iglesia al reino de Dios para anunciarlo y realizarlo en la historia, Santander 1984, 25-63. Tiempo después en: RLT 18 (1989), 305-333. Finalmente: I. Ellacuría, “El pueblo crucificado. Ensayo de soteriología histórica”, en: I. Ellacuría, Escritos Teológicos II, 137-170.
[20] Un desarrollo cristológico prácticamente inmediato al martirio de Ellacuría se observa en J. Sobrino, JL, 321-342.
[21] Seguimos la presentación del autor en J. Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópico-proféticos, Madrid 2007, 18-27.
[22] J. Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópico-proféticos, Madrid 2007, 21. En esta misma página, en nota al pie, Sobrino agrega: “Permítaseme un ejemplo, aunque pueda parecer simplón. Los ciudadanos de Estados Unidos “existen”, “son”, y eso se muestra, entre otras cosas, en que “tienen calendarios”: el 11-S –y el 11-M en España- existen, son cosa real. Sin embargo el 7-O (de 2001) y el 30-M (de 2003), cuando Occidente bombardeó Afganistán e Iraq, no existen. El Tercer Mundo “no tiene calendario”, “no existe””.
[23] Cf. J. Sobrino, Terremoto, terrorismo, barbarie y utopía. El Salvador, Nueva York, Afganistán, San Salvador 2003, 127-176.
[24] J. Sobrino, Terremoto, terrorismo, barbarie y utopía, 130.
[25] Soteriología: rama de la teología dedicada al estudio de la salvación cristiana. Viene del griego “soter”=salvador.
[26] I. Ellacuría, “Subdesarrollo y derechos humanos”, en: Revista Latinoamericana de Teología 25 (1992), 4.
[27] J. Sobrino, La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas, Madrid 1999, 77.
[28] Cf. J. Sobrino, El principio-misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados, San Salvador 1999, 34-45.
[29] J. Sobrino, El principio-misericordia, 34.
[30] J. Sobrino, El principio-misericordia, 36.
[31] Cf. J. Sobrino, La fe en Jesucristo, 200-205.
[32] Cf. Gaudium et Spes nº 22.

13/10/07

CENAR CON EL SEÑOR Y COM-PARTIR EL PAN CON LOS NECESITADOS

EN EL NUEVO TESTAMENTO

Por: RONALDO MUÑOZ



Desde la Edad Media y el Concilio de Trento ( siglo XVI ), en la Iglesia católica la catequesis y la espiritualidad de la Eucaristía, se han centrado en la adoración del “Sacramento del Altar“, en la participación en el “Sacrificio de la Misa” con el protagonismo único del “sacerdote”, y en “recibir a Jesús” personalmente en la comunión. Más recientemente, desde mediados del siglo XX y el Concilio Vaticano II, estudiando la Biblia, y reflexionando sobre el sentido humano y religioso del “comer juntos” y la fiesta, redescubrimos en los evangelios “las comidas de Jesús con....” ( ... la muchedumbre hambrienta, con los pecadores, con la comunidad de sus discípulos y discípulas,... ). Redescubrimos en todo el Nuevo Testamento, la importancia del encuentro comunitario con el Resucitado en “la Cena del Señor” celebrando su Pascua; para alimentar nuestra fe, y hacernos “un solo cuerpo” y “un solo espíritu” con él por el amor fraterno. Recuperamos la conciencia de algo tan esencial en el discipulado cristiano, como que es mentira y “profación”, separar en nuestra práctica la participación en la Cena del Señor, del “partir el pan“ con los necesitados y el compromiso en la construcción de una sociedad más justa en solidaridad con los pobres.
Para entender mejor esta renovación profunda -- e inspirarnos para entrar efectivamente en ella -- nos puede servir mucho la carta breve de Juan Pablo II “Mane nobiscum, Domine” para el año de la Eucaristía; y sobre todo, nos debe servir la relectura del Nuevo Testamento en clave de “Cenar con el Señor y com-partir el pan con los necesitados”. Para ayudarnos en esto último, ofrezco aquí la siguiente...

G U I A D E L E C T U R A :


1. LA MESA DE JESÚS
CON LOS PECADORES

Desde el comienzo de la misión
Jesús acoge a los pecadores
y va a comer con ellos,
haciendo la contra
a los jefes y maestros de los judíos.
Y luego justifica su práctica
por así hace Dios.

Marcos 2, 13-17; Lucas 15

2. PALABRA DE DIOS Y PAN
EN EL DESIERTO

Un gran gentío, en despoblado,
va siguiendo a Jesús para escucharlo
y tiene hambre.
Él los invita a sentarse en el pasto
en grupo de cincuenta,
y para ellos multiplica
los panes y los pescados.

Marcos 6, 34-44; Mateo 4, 1-4
Juan 6, 1-15. 25-40


3. BANQUETE PARA LOS POBRES

Jesús, invitado a un banquete, aconseja:
No buscar los primeros puestos.
No invitar sólo a los amigos y los ricos,
Sino a los pobres y los lisiados,
los que no podrán corresponder.
Uno de los invitados comenta:
“Feliz el que pueda participar
en el banquete del reino de Dios.”

Lucas 14, 1-15; Mateo 8, 10-12


4. LA VIDA POR LOS AMIGOS
Y POR TODOS

La noche de Pascua en que será detenido
Jesús come con sus discípulos
su Ultima Cena antes de morir.
Y les dice:
“No volveré a comer esta Pascua con ustedes
hasta que se cumpla en el reino de Dios”.
Y luego al partir el pan ,les dice:
“Esto es mi cuerpo entregado por ustedes”.
Y al pasar la copa grande con el vino:
“Esta es mi sangre
derramada por ustedes y por todos,
la sangre de la Nueva Alianza...”
1ª Corintios 11, 23-26; Marcos 14, 12-25; Lucas 22, 1-8. 14-20; Juan 15, 12-15


5. LAVARSE LOS PIES
UNOS A OTROS

En la misma Última Cena
los discípulos discuten todavía
quién de ellos es el más importante.
Y Jesús les llama la atención:
Al contrario de los grandes de este mundo,
el más importante entre sus discípulos
tiene que hacerse el sirviente de todos,
como lo hace el mismo Jesús,
que lava los pies a los discípulos
y los sirve a la mesa.

Lucas 22, 24-27; Juan 13, 1-17


6. EN EL CAMINO DE LA TRISTEZA:
RECONOCER AL RESUCITADO

Al “tercer día” de la muerte de Jesús
dos discípulos se vuelven a casa
derrotados y tristes.
El mismo Jesús ya resucitado,
se le une en el camino sin ser reconocido
y va conversando con ellos
de lo que ha pasando en Jerusalén.
Llegando al pueblo donde iban,
acepta entrar a comer con ellos
y ellos lo reconocen cuando les parte el pan.
Lucas 24, 13-35

7. COMER CON EL RESUCITADO:
PAZ Y NUEVO ALIENTO, NO MIEDO

Jesús resucitado se hace presente luego
al grupo de los discípulos reunidos.
Les da su paz y su aliento de vida nueva,
que no tengan miedo,
pero ellos dudan.
Entonces él les pide de comer,
le ofrecen pescado y come con ellos.

Lucas 24, 36-43; Hechos 10, 40-41;
Juan 20, 19-29; 14, 27-28; 21, 9-13;
Apoc 3, 20.


8. PARTIR EL PAN CON ALEGRIA,
COMPARTIR LOS BIENES

Después de recibir el Espíritu Santo
el días de Pentecostés,
la comunidad de discípulos y discípulas
“acuden sin falta
a la enseñanza de los apóstoles,
a la convivencia,
a com-partir el pan y a las oraciones.”
Comparten sus bienes materiales
Y “parten el pan en la casas...
con alegría y sencillez de corazón.”

Hechos 2, 42-47; 4, 32-35

9. UN SOLO CUERPO

Y las comunidades cristianas
que van formándose
entre las naciones paganas,
saben que por la copa de bendición que beben
participan en común de la sangre de Cristo,
que por el pan que parten
participan en común del cuerpo de Cristo,
y por eso forman ellos mismos
un solo cuerpo.
1ª Corintios 10, 14-21

10. PAN DEL CIELO,
PAN DE VIDA ETERNA

Creen de veras que Jesús resucitado
es “el Pan vivo bajado del cielo”,
y que si en la mesa fraterna
“comen su carne y beben su sangre”,
tienen ya y alimentan en ellos
la vida eterna.

Juan 6, 48-71


11. CUERPO DE CRISTO,
CUERPO DE LOS POBRES

Pero, esas comunidades saben también
que si se reúnen para la Cena del Señor,
proclamando así su entrega hasta la muerte,
y los que tiene más
no comparten su comida
con los más pobres,
eso “ya no es la Cena del Señor”,
sino un pecado contra su cuerpo y su sangre
por el que “comen y beben
su propia condenación”.


1ª Corintios 11, 17-34;
Lucas 13, 25-27; 16, 19-31